La 1:28, exactamente la 1:28 marca el reloj digital de mi mesilla de noche. Y yo sin pegar ojo. Y eso que esta vez me había propuesto dormirme pronto, pero parece que no va a ser posible, al menos por esta noche. Algo me ronda en la cabeza y ya lleva tiempo retornando varias noches. Mientras sea el “arte” lo que no me deja dormir será bien venido, las preocupaciones no las quiero ver ni “en pintura” y nunca mejor empleada la expresión.
El caso es que haciendo memoria casi no puedo recordar cuándo cogí el
lápiz de carboncillo por última vez. Si la memoria no me falla creo que fue hace cinco años. Últimamente me ha dado por la fotografía, de la cual aún no me he cansado, pero creo que ha llegado el momento de retomar viejas aficiones.
La verdad, mirándolo con perspectiva, me ha venido muy bien el descanso y coquetear con otras disciplinas para obtener un nuevo punto de vista y llevármelo a mí terreno, empezar una nueva etapa y hacer algo diferente a lo anterior. Estoy deseosa por comenzar y ver lo que he cambiado en todo este tiempo, será una nueva etapa de aprendizaje pero seguro merecerá la pena.
¡Ay Dios!! La 1:50 y yo escribiendo ésto como si a alguien le interesara. En fin, basta de palabras, los párpados ya me pesan y ahí fuera aun sigue lloviendo, así que con vuestro permiso (y sin él) una que se retira a su merecido sueño.